domingo, 21 de junio de 2015

A la izquierda del Chino.

Aún lo recuerdo como si acabase de suceder.
Aquella primavera del 2015 recordaba, por revolucionaria, al mayo del 68. El pueblo asaltó, con su populismo chabacano por bandera, una buena parte de las instituciones a lo largo y ancho del país, en una especie de reconquista silenciosa. El Barça ganó un triplete, perdiendo parte de su adn de toque al son de la batuta de Xavi, para adentrarse en una nueva era caracterizada por el uso de la contra mourinhista.
El verano fue plácido, laborioso pero plácido, dando la razón a Hemingway.
En mi tierra, el paro bajó hasta los niveles del norte de Europa. Nuestro PIB subió y nuestra renta también. Los recortes en sanidad, educación y servicios sociales quedaron en el olvido. La cultura dejó de penalizarse y las becas para estudiar fluyeron. Los jóvenes que habían emigrado al continente retornaron a la isla. Emergió la industria y la construcción. La investigación llegó a niveles desconocidos y hasta nuestra universidad alcanzó prestigio internacional.
Fue el punto y final de los contratos basura y de la dictadura de los tour operadores internacionales en el sur de la isla. Empezamos a beber más, a comer más y a consumir más. Todo más.
Y todo por un gol de la Unión Deportiva, de Araujo, para más señas. Bendita izquierda. La del Chino, digo. Lo había vaticinado un político en el palco del estadio. Era bueno para la economía que el pueblo estuviese contento.
Nunca me quedó claro si se refería al fútbol o a las urnas.

viernes, 12 de junio de 2015

Clonación

Joder, no me digan a mí que, en pleno siglo XXI y cuando tenemos de todo por partida doble, con dos reyes, dos reinas, dos papas o dos mejores jugadores españoles de la historia -Xavi para unos y Casillas para otros- no haya nadie en La Zarzuela que haya pensado en tener también dos parejas de Duques para Palma, que para algo se inventó la clonación.

Se que están pensando que es Iniesta, ni Xavi ni Casillas. Aquí ya nos conocemos todos.