De la mano de mi primer entrenador, Don Julián González Rebollo, uno de los mejores lanzadores canarios de martillo que ha habido, entrenábamos cada martes y cada jueves por la tarde en las pistas del "Martín Freire".
De octubre a mayo, teníamos competición casi todos los fines de semana. Estábamos en el club filial de la Unión Deportiva Las Palmas, el CAUEI, que quería decir algo así como "Club atlético universitario de la escuela de ingeniería".
Hacíamos los cross, las carreras populares y los controles federados en pista para menores. Recuerdo participar en velocidad, vallas, longitud, altura, disco, lanzamiento de pelota, mediofondo y en los 2.000 metros marcha.
La marcha la hice dos veces esa temporada, a principio, en enero, en un control que gané y donde el entrenador me marcó como una cruz como potencial especialista para el futuro.
La segunda fue en el Campeonato Provincial Infantil, donde quedé subcampeón, por detrás del dominador del fondo y marcha en la época, Aléxis Vega, del colegio García Lorca. Su insultante hegemonía acabaría en la siguiente prueba, la primera de la temporada 1984/85.
En esta foto del grupo de entrenamientos de Don Julián, el tercero en la segunda fila, empezando por la izquierda, soy yo, rodeado de varios amigos que vivíamos muy cerca y nos pasábamos el día juntos: colegio, atletismo y tiempo libre. El entrenador es el primero por la derecha de la primera fila de arriba, con gafas a lo Ray Ban.
Aunque tan solo se puedan adivinar, por la mala calidad de la imagen, no se ven más que sonrisas en las caras de todos los componentes del grupo.
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