jueves, 27 de agosto de 2015

Nada es más fácil

Empiezo a tener claro que, lo que Hemingway ponía en boca del viejo marinero Santiago, respecto a las bondades estivales, poco tiene de verdad. Fácil, lo que se dice fácil, desde que existe la troika, ya no queda nada, ni tan siquiera en agosto.
El verano, ese periodo que va, oficiosamente, desde el veinte de junio al día después de las mareas del Pino y que coincide, al minuto, con las vacaciones de nuestros hijos, no es otra cosa que la mayor fuente de conflictos que hayamos conocido en nuestra cómoda, ociosa y placentera vida occidental.
Todos sabemos que, en estos dos meses y medio, se disparan las tasas de divorcios por metro cuadrado, hasta el extremo de que siempre hay gente dispuesta a hacer horas extras para pasar menos tiempo en casa. Excusas siempre hay. Que si Hacienda y el impuesto de sociedades, que si las cuentas anuales y el Registro Mercantil, o la preparación de la campaña de márketing para los productos nuevos del próximo otoño. Cualquiera de ellas vale para justificar maratonianas sesiones de oficina cuyo único objetivo, para el común de los mortales, es no ir al mercadona con su novio a comprar las dos cajas de leche hacendado para su suegra.
Este dato,  sobre la gente dispuesta a aguantar al jefe para no romper su matrimonio o su relación de pareja estable (que es algo muy parecido a lo de trabajar en A o en B), a mí me emociona. Pensar que aún quedan personas buenas en el mundo, dispuestas a sacrificios de tal calibre, es algo que debe reconfortarnos. Con gestos así la continuidad de nuestra especie, a pesar de lo que aventuren el cambio climático y la futura estancia de Donald Trumph en la Casablanca, está garantizada.
Siguiendo con el análisis de lo equivocada de la teoría de Hemingway, piensen en que es tal la influencia de la caló en las relaciones personales, que hasta entre McLaren y Honda aparecen los primeros síntomas de agotamiento post altar. Y eso que no llevan juntos más que desde noviembre pasado.
Bueno, ya se sabe, segundas partes nunca fueron buenas. Y no digamos nada si tocan en verano. 
Avisado quedas, querido Fernando.