sábado, 12 de mayo de 2018

Será la inteligencia artificial, gilipollas!

El Colegio -entiéndase como Colegio cualquier colegio profesional, de cualquier profesión de obligada colegiación en este país- me manda una circular invitándome a una charla sobre la inclusión de robots en los despachos profesionales. Lo tomo como una advertencia de la tendencia al medio plazo en el oficio y veo, en el programa de la charla, que el lobbi del sector piensa meter robots para la mecanización de tareas repetitivas como la contabilidad o las remesas de cobros. 

Me cuestiono entonces lo paquete que soy. Toda la vida me han dicho que se necesitan décadas de esforzado trabajo y permanente actualización de conocimientos, para dominar con cierta solvencia un oficio y ser rentable y competitivo pues, por repetitiva  que parezca una tarea vista superficialmente, dicen que no hay dos días iguales. 

Fíjense! Y un robot logra eso mismo, mediante programación, en semanas. 

Me cuestiono también el futuro. Para entonces yo volveré a estar muerto, como antes del 72, pero no por ello debo ser menos solidario con la raza humana ahora que aún estoy a tiempo de cambiar el mundo. Si los robots, que veo que se alquilan ya en hoteles de América por 2.500 dólares -más de lo que a una empresa le cuesta una persona con un sueldo neto normal- no cotizan a la Seguridad Social, ¿cómo narices pensamos hacer para soportar las pensiones del futuro, ahora que tantas reglas de tres se hacen, a veinte años vista, entre trabajadores y pensionistas?

Y entonces, dentro de dos décadas, los mismos lobbis que hoy fomentan la entrada de los robots en el mundo del trabajo y los altos cargos públicos y políticos de todo el mundo nos dirán que el problema es la natalidad. Pero no. En veinte años, el problema no será ese. Será la inteligencia artificial, gilipollas!