martes, 28 de abril de 2015

inoportuna sonrisa

Si les digo yo, que ya marcaba el reloj del coche las ocho y pico de la noche y uno, lo que se dice feliz, feliz, como que aún no lo había sido hoy. Bueno, para ser sinceros, tampoco ayer.
Y uno tiene trabajo y todo, que ya sabe que ahora dicen que, quien tiene uno hoy en día, tiene un tesoro. Pero yo, que a ingrato no hay quien me gane, pienso más bien que eso de trabajar tampoco es para dar gracias a los dioses del olimpo y que más que bendecir tener un curro, maldigo no ser hijo de millonario.
Como les iba diciendo y retomando el tema de mi infelicidad, pues hoy hasta entrené y todo, pero es que ni por esas. Marchando te quedas a gusto. En mi caso, hacerlo es como beber, necesidad vital. Pero no he visto a nadie reír a carcajadas luego de beberse un buche de agua de Firgas. Es más, ni tan siquiera con agua de Teror.
A las ocho y pico de la noche me meto en el coche, de vuelta a casa de la pista de atletismo y va Messi y mete un golazo acojonante. Lo escucho en la 100.3 a un tío de esos que vive el fútbol con más pasión que su vida amorosa.
Visualizo a Messi en el vértice del área grande, regateando a todo dios que se le pone en medio y lanzando una parábola imparable a la escuadra del palo largo.
Y me veo sonriendo, por primera vez en el día, en plena rotonda y con un lío de cojones. Coches por todos lados. No te jode, para la primera sonrisa del día y tiene que ser en la jodida rotonda del Cruce de Sardina.
Luego veo el gol de Messi en la tele. No era para tanto. Es lo que tiene el fútbol por la radio. Eres tú quien dibuja los regates de Leo, los pases de quarterback de Xavi y los desmarques de Pedro.

domingo, 19 de abril de 2015

El último viaje

Hasta la fecha yo nunca había entendido cómo las empresas fúnebres se gastaban una pasta en tener unos coches de cierto lujo.
Económicamente es un sinsentido, teniendo en cuenta que el cliente poco va a protestar. Ya saben, por un lado, todos tenemos claro que el cliente siempre tiene la razón pero, por otro, prima la eficiencia económica y, si el que paga no se queja, para qué perder márgenes con adornos y florituras.
Yo soy de los que pensaba en clave tiburón capitalista para esto de los negocios fúnebres, hasta que hoy, marchando, me crucé con una vieja furgoneta funeraria. Era fea de cojones. No tardé más de cien metros en pensar que a mí no me meten en una furgona así ni de coña. Yo, cuando me toque, quiero ir, como mínimo, en un Mercedes.
Un McLaren también puede valer, pero mejor que se esperen a ver si va evolucionando. Como para que nos deje tirados y ustedes esperando por mí, al mediodía y con un solajero de cojones. Mañana mismo llamo a mi aseguradora, tengo que cambiar el vehículo de la póliza de decesos. Uno, si se precia de ser serio, tiene que tener atado hasta el último viaje.

jueves, 16 de abril de 2015

El imán de Ljubljana

Arranca con buen pie la temporada de tierra batida. Nadal gana en primera ronda en Montecarlo y, en Copa de Europa, el Barça hace lo propio contra el París Saint Germain, en el Parque de los Príncipes, a base de caños del charrúa Suárez. Así las cosas, uno tiene la sensación de que el tiempo se ha parado y de que tiene diez años menos. Pero usted y yo sabemos que esa sensación es pasajera. A mí, lo de que el reloj no espera por nadie, me lo dijo mi abuela, a la que nunca llegué a conocer. 
Al final todo vuelve a la normalidad, aunque sea con cierto trauma. Menudo shock me llevé cuando fui a la nevera, levanté la vista y vi el recibo de la luz colgando del imán de Ljubljana. Nosotros, en casa, usamos el imán igual que usted, aunque me han dicho que unos universitarios van contando por ahí que es cancerígeno.
Joder, volviendo a lo del recibo de la luz, que es lo que de verdad me está matando, para mí que antes pagábamos esto por todo el año. 
Nada, que al final estamos en 2015, que Las Palmas sigue en segunda y que un paisano mío manda en Industria. En Industria y en Energía también. Puto reloj. No para.

domingo, 12 de abril de 2015

Agárrate los machos.

Se llama Hillary Rhodam, aunque ustedes la conocen como la Clinton. A estas horas de la noche ya todos se habrán enterado que será la candidata demócrata a la Presidencia de los Estados Unidos, luego de que el despacho oval ese, lo hayan utilizado cuarenta y cuatro varones hasta la fecha. Bueno, para ser más exactos, 44 varones y una joven becaria, que nosotros sepamos.
Imagínense la que se podría montar si a la futura Presidenta le diese, nada más entrar por la puerta, por cambiar de un decretazo la denominación de las asociaciones de padres de alumnos de los colegios e institutos americanos, como aquí, cuando pasamos del tradicional APA, en género neutro, al actual AMPA.
Menos mal que ella debe tener muy claro que lo de la igualdad y la paridad no se logra a base de emes, sino de educación y paciencia. Nos íbamos a agarrar los machos, si nos empezasen a cambiar los nombres de la mitad de las pruebas de atletismo. Que si la disca, la martilla, la pesa o las relevas con las testigas.
Bueno, y no les digo nada si cambian el principal y mañana se ven ustedes haciendo atletisma.
Pero yo, de momento no me voy a preocupar mucho. A Cristina Fernández no se le ocurrió cambiar el sol de mayo de la bandera de la albiceleste por una luna.

lunes, 6 de abril de 2015

Cristiano y El Moro

Usted ya habrá visto, en las últimas cuarenta y ocho horas, unas cien veces los cinco goles que Cristiano marcó en el partido de Liga de este pasado fin de semana.
Algún periodista forofo del Madrid aprovechó que tenía esta mañana el micrófono cerca para recordarnos, a la gente como yo, con cierta premeditación y alevosía, que eso ya lo había hecho El Moro hace trece años. Morientes no tuvo otro equipo, al que enchufarle cinco dianas, que no fuese la Unión Deportiva.
El Moro estaba en el mejor equipo de España entonces. Cristiano lo tiene más fácil hoy en día, formando parte del tridente de ataque de la Selección Resto del Mundo. Les digo esto por si a ustedes se les ocurre compararlos.
Lo bueno de esto es que, al final, Las Palmas no estará en Primera el próximo año. De la que nos hemos librado.