martes, 18 de junio de 2013

pasión por el trabajo

Ayer llevé a la musicoterapeuta de Adrián en nuestro coche, entre el Ateneo y el Víctor Jara.

Como la cabeza no me da ya para mucho, me planté a las 20:30, la hora acordada, pero en el sitio inapropiado. El ensayo para el miércoles era en el propio Teatro, y no en la Escuela de Música. A la profesora le vino como anillo al dedo mi equivocación. La llevamos en coche de un sitio al otro.

Ahora, para contaros la conversación, imaginemos un nombre ficticio de la terapeuta, por ejemplo Ana.

- Qué Ana?...cómo lo llevas?. Ya acabando el curso, el último esfuerzo no?
- Mira. Ahora el 30 de junio se me acaba el contrato. Siempre nos mandan al paro hasta el primero de octubre. Así todos los años. Y yo ya estoy mayorcita para esto.
- Bueno, paciencia.
- Vivimos en eterna incertidumbre. Todos los años nos pasa esto. No sabemos si la escuela volverá a abrir en octubre. Fíjate, ganando una miseria (me dijo lo que ganaba y es una cifra ridícula). Para esto yo he tenido que hacer dos carreras (pedagogía y música, imagino) y un máster (musicoterapia, de esto estoy convencido). Y ya me tengo que traer hasta los folios de casa. Te puedes creer que me los cuentan y todo?
- Bueno Ana, ya sabes que ahora mismo todos nos comportamos como nunca lo hicimos.
- Sabes que te digo Pepe?...pues que me gusta mi trabajo!.
Entonces Ana se fue para el escenario, a coordinar alumnos de musicoterapia con los de percusión. Al rato viene y me dice.
- Oye, Pepe...te has fijado como atiende Adrián y cómo se esfuerza en coger el ritmo?
- Sí, me he fijado. Lleva meses así.
- A mi estas cosas me emocionan!

Y a mi lo que me admira es ver que hay personas que viven lo que hacen con verdadera pasión.
Sin ellos, tengo claro que los políticos y sus asesores no nos darían estos servicios.