viernes, 7 de marzo de 2014

Y yo sin enterarme.

Calentar al trote es algo que siempre vi hacer a todos los atletas en el viejo Martín Freire. Bueno, perdonen que me rectifique, a todos los corredores, saltadores y lanzadores. Nunca vi a un marchador que calentase corriendo antes de una prueba que iba a disputar caminando. Fue una de las pocas cosas que nunca me cuestioné de niño, en aquel bombardeo de preguntas que hacía a los entrenadores de la época. ¿Y esta lanza para qué es Luzardo?. Julián, oiga, ¿y si se rompe una valla me echan de la pista?. Decano, ¿Cuánto recuperamos?. Nunca se me ocurrió preguntar si marchaba o corría para calentar. Juan Moreno se hubiese partido de la risa de haberle planteado tal obviedad.

Me han dicho que los sistemas de entrenamiento, los controles para testarlos, las zapatillas y el textil, la alimentación y la ayuda de buenos fisioterapeutas y psicólogos han hecho que todo haya evolucionado, tan vertiginosamente, que ahora ya no se usa lo de caminar para caminar.

Ahora se corre antes de empezar a caminar y yo, ridículamente autodidacta en plena era de las tecnologías de la información, sin enterarme.