martes, 16 de abril de 2013

austeridad

En mi casa no se tira el pan, se exprimen los briks de leche como si de limones se tratasen, apurando hasta la última gota y, en mi caso, hasta que las zapatillas no tienen la pinta de éste, mi penúltimo par, no las mando a la basura.
 
La decisión se toma justo en ese kilómetro en que la gravilla del asfalto empieza a entrarme para dentro del zapato.
 
Habrá mil maneras de demostrar respeto hacia los demás. La mía es ésta.
 
Tendrá algún político, aristócrata, o directivo de la banca privada de este país los zapatos así?