martes, 10 de septiembre de 2013

hablar por hablar; pelotear por pelotear; escribir por escribir.

Anoche me desperté con el murmullo de la radio. Siempre me acuesto escuchando entretenidos debates de la actualidad política y económica. Calculo que no debo tardar más de cinco minutos en quedar dormido, pero ese ronroneo forma parte de mi modus operandi, consume poca luz y no molesta al vecino del 3º derecha, el del chihuahua.
 
Retomando el tema de mi necesario descanso nocturno, en decúbito supino, dicho técnicamente, cuando ya duermo de manera profunda, empiezan consecutivamente un programa de deportes y otro que se titula "hablar por hablar". En este último la locutora recibe llamadas de personas anónimas que cuentan sus actuales vivencias y penurias. Es de lo más variopinto y a mí me suele recordar, cuando me despierto por algún anuncio emitido a más decibelios de lo normal,  aquello de que "siempre hay alguien que está peor que uno", lamentablemente, todo sea dicho. Luego de unos minutos de debido desahogo, los oyentes, convertidos en protagonistas fugaces, son despedidos sin mucho paliativo. Uno tras otro, los van dejando con la palabra en la boca.
 
Anoche el programa fue distinto. Unos tíos estaban en Nueva York dando raquetazos a una docena de pelotas verdes que se las pelaban. A eso de la 01:33 hora insular canaria uno de ellos logró cerrar el partido y levantar no se que trofeo.
 
Horas más tarde, y quizás por aquello de haber interrumpido el sueño nocturno, aquí estoy escribiendo por escribir.
 
Hablar por hablar, pelotear por pelotear y escribir por escribir, no son más que cosas que hacemos últimamente muchos españolitos de manera casi automática, noqueados por no se que especie de arma de aniquilación masiva llamada depresión, que aún no ha merecido la atención del nobel de la paz Obama.
 
Bueno, cambiando absurda y diametralmente de tercio, para que no se me tache de esconderme detrás de una gorra y unas gafas, de manera permanente e indefinida, pongo por poner, esta foto para que se me identifique claramente.
 
Después de esto, atrás quedará el tópico de "ah, fíjate tú, no te ponía cara. ahora sí!".
 
Como diría cierto amigo mío, cómico de profesión y que también es marchador de esos que caminan en doble apoyo, "es, en momentos como éste, cuando uno debe dar la cara".