domingo, 4 de mayo de 2014

2060: Sin límites.

Si hay una prueba, dentro del programa olímpico de atletismo, que da fe de eso que los presentadores del telediario de la 1 denominan como la búsqueda de los límites del ser humano, perdónenme por lo personalista, monotemático y pedante de mi línea, pero no es otra que  la marcha atlética.

Y no me lleva la pasión oiga. Mera interpretación de los datos.

Resulta que Bikila ganó la maratón de los Juegos Olímpicos de Roma, en 1.960, con 2 horas y 15 minutos. En Londres 2012 el campeón olímpico paró el reloj en 2 horas y 8 minutos. 7 de mejora en 52 años. No está nada mal.

Pero el salto cualitativo de la marcha no tiene parangón. Lo de Armstrong a la luna no es nada comparado con esto que les voy a recordar ahora mismo.

Resulta que en los Juegos de Roma, en  1.960, el inglés Donald Thompson ganó el título olímpico de los 50 kilómetros marcha con un tiempo de 4 horas y 25 minutos. En Londres 2012 el hombre fue capaz de correr la distancia en 3 horas y 35 minutos. Cincuenta minutos de mejora, para otros tantos kilómetros y en ese periodo de cincuenta y dos años: un minuto por año.

Sí, ya se que me van a tildar de oportunista si les anticipo que, allá por el año 2060, los marchadores que corran los 50 kilómetros harán la prueba en 2 horas y 45 minutos.

Menos mal que, por entonces, yo ya estaré muerto.