miércoles, 5 de febrero de 2014

Cuestión de pitillos

Hoy he rodado algo menos que ayer. Una hora y dos minutillos. Lo que se puede, oiga.

Pateándome el camino que lleva a la Bahía de Formas me encuentro un grupo de unas veinte personas haciendo labores de limpieza.

Enseguida supongo que forman parte de un programa especial de empleo.

Prácticamente todas son mujeres. Agachadas limpian y recogen todo lo que se van encontrando.

Solo hay un tío. No tiene ningún tipo de indumentaria distinta. Como las demás personas, usa un chaleco reflectante. Pero, su posición erguida y su pitillo, me llevan a la conclusión de que es el líder de la manada.

No parece haber trabajado mucho hasta entonces, de hecho, ni tan siquiera tiene un sacho ni una azada junto a él. Solo un pitillo en la boca.

Me vienen a la mente Wayne, Bogart, Eastwood o Dean, apurando un pitillo y frunciendo el entrecejo.

Y termino por deducir, justo cuando ya voy dejando ese grupito de chalecos reflectantes atrás, que unas buenas caladas siempre han otorgado un cierto status dentro de cualquier tribu.

Mera cuestión de pitillos.