Yo,
como cualquiera de ustedes, me he dejado envolver por esta corriente de las
redes sociales y el running. Pero rectificar es de sabios, y de marchadores. Cuando
empecé con esto del ocio virtual, hace cosa de tres años, pensaba que esos
conocidos que escribían en sus blogs sobre cada entreno que hacían, sobre sus
objetivos, sus miedos , lesiones, sus nuevas zapatillas ultraligeras, sus geles, sus rivalidades, su propio argot y
sus competiciones eran gente entrañable, sin complejos y había que tenerlos en
cuenta y aprender de ellos. Decidí,
en aquel momento, que era cuestión de abrir
el ojo y desparramar la vista. Que el poner asunto a quienes trotan un par de veces en semana, a ritmos
desconocidos para un federado,
sería tan enriquecedor como el relacionarme con mis amigos de los años
ochenta, de aquel machaque sin tregua, en el tartán del viejo
Martín Freire. Y así
fue mientras estos nuevos compañeros, a los que también tomé como referentes, insisto,
por lo entrañable, que no por sus marcas o métodos, llegaron a la conclusión de
que realmente ya sabían de atletismo. Ese día,
de repente, todo cambió. Y también ese día decidí que mi postureorunning debía
zanjarse del plumazo y uno tendría que retomar el sigilo, que no falsa
modestia, que merecía la ocasión. Ese día
en que todo cambió es hoy. Rectificar
es de marchadores y de sabios. Permítanme la frivolidad de auto incluirme en la
primera de las dos categorías.